La estandarización del vehículo eléctrico: utopía, o posibilidad

A lo largo del año 2018, las ventas de automóviles eléctricos han crecido en el continente europeo un 50%, siendo seguidas por las del vehículo híbrido, que aumentaron en un 33%. Esto parece demostrar que los coches híbridos y eléctricos han llegado esta vez para quedarse, y aún más si le sumamos la firme convicción que han adoptado las instituciones europeas de reducir al máximo la contaminación emitida por esta industria.

Esto nos puede plantear la duda de que es lo que ocurre con todas las baterías de estos vehículos una vez finalizada su vida útil, ya que pueden ser altamente contaminantes si no se retiran de la manera adecuada. Si en un futuro el modelo eléctrico acaba finalmente adquiriendo un carácter más estandarizado en nuestras carreteras, esto podría suponer un problema incluso más perjudicial que la contaminación generada por el ya asentado vehículo de combustión.

Es muy improbable que esta situación llegase a tener lugar, principalmente por dos causas:

La primera se debe a la la normativa en vigor al respecto, bastante similar en China, América y Europa, que hace responsables a los propios fabricantes del correcto desmantelamiento de la batería, para que no acabe en un simple basurero.

La segunda, es económica; estas baterías son muy caras de producir, lo que hace interesante el poder reutilizarlas una vez que su vida útil en el coche haya finalizado.

Este interés de reutilizar las baterías usadas aumenta cuanto más se populariza el uso de este tipo de automóviles, pudiendo reducir sensiblemente el coste que supone su producción.

A día de hoy, cuando una batería cae en desuso, se opta por hacer una de dos cosas: reciclarla, o reutilizarla.

Al reciclar una batería, lo que se hace en términos generales es separar los distintos materiales que la componen y volver a ponerlos en el mercado. Actualmente, es posible reciclar el 95% de los componentes de una batería estándar utilizada en este sector. 

Por otro lado, reutilizar una batería usada puede ser una opción muy atractiva, gracias a que éstas pueden conservar hasta un 80% de su capacidad original. Pueden programarse y así conseguir una segunda vida.

Esta opción suele ser más rentable que la primera, sobre todo si tenemos en cuenta que una batería que ya haya sido reutilizada también puede ser asimismo reciclada.

Todas las cartas sobre la mesa. Es cierto que una mala gestión podría convertir las baterías de los coches híbridos y eléctricos en un problema para el medioambiente, pero gracias a la concienciación, al alto interés comercial, y al avance de la tecnología, esto puede sin dejar lugar a dudas, evitarse.


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